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Notas complementarias

La problemática del agua en Dolores

Notas: Artículos

Ausencia del municipio y conexiones clandestinas

Caños de distintos diámetros por encima de las veredas que atraviesan cuadras enteras y los patios de las casas. Las conexiones clandestinas, hechas para poder ingresar a la red de agua, no son algo poco visto en la ciudad de Dolores.

En 2011, muchos barrios se quedaron sin agua y se vieron obligados a acudir con bidones a la casa de algún vecino que, afortunadamente, sí contaba con el servicio. Pocos fueron los que siguieron en esta situación, mientras que otros optaron por comenzar a instalar sus propios caños.

Mario, el "creador del agua clandestina" vive a dos cuadras de la Avenida Belgrano. En ese momento, y ante la falta de agua, se las rebuscó para conectar caños que abastecieron su casa y la de su suegra, que vive en la casa lindante. "No teníamos agua y la necesitábamos. Hice todo yo solo y a medida que los vecinos se enteraban, me pedían que les hiciera el trabajo", cuenta quien proveyó de agua a más de 200 vecinos. 

Más tarde, y ante los reclamos, un secretario de la intendencia transportó rollos de caños en la camioneta de la municipalidad para que la gente, por su cuenta, se "enganchara a la red". Uno se pregunta "¿no era más fácil hacer el trabajo adecuado desde el Municipio llevando un registro?". "Nos dijeron que no se podía por la poca presión", apunta Mario. 

Sin embargo, el barrio de su casa no es el único que "goza" de las conexiones clandestinas, ya que la gente, cansada de esperar una respuesta por parte de la intendencia, decidió acceder a la red por su cuenta. Por ejemplo: el barrio de la Escuela N°5 y atrás del cementerio. Cada tanto, estos caños se rompen en distintas partes y se inundan.

La situación es caótica. No hay planos. Cada cual se conecta desde donde puede de manera ilegal, sin ningún permiso. No hay control, tampoco ganas de establecerlo, y una evidente falta de prioridades. 

“La comunidad no sabe que con este agua contaminada nos están matando"

"Tenés arsénico en sangre. Hay un tratamiento pero no se cura", le dijo su médica a Silvia Córdoba (52), vecina de Dolores. En 2014 le detectaron hacre. Su cuerpo ya no estaba igual que antes: tenía alergia en la espalda, en las manos y en los pies. "Parecía que toda mi vida había trabajado con la pala, o que había caminado descalza", cuenta. Silvia desconocía la causa y comenzó a padecer una sensación sumamente molesta e inaguantable. Si se rascaba por la comezón, se lastimaba todo el cuerpo. Tiempo después, supo que esta enfermedad podía llevarla a contraer cáncer.

Después de acudir a seis médicos y volver sin soluciones, visitó a Stella Ingratta, médica reconocida que reside en La Plata. Rápidamente, al ver sus manos y su espalda, Ingratta le diagnosticó hacre (hidroarsenicismo crónico regional endémico): arsénico en sangre. No tiene cura, pero sí se brinda un tratamiento para aliviar los síntomas con preparados especiales. Desde ese momento, Córdoba debió cambiar totalmente sus hábitos. No puede ingerir agua de la canilla bajo ningún aspecto, tampoco puede utilizarla para cocinar. Porque aunque mucha gente crea que al hervir el agua, queda apta para el consumo, no es así. De lo contrario, el arsénico se concentra más. Por esta razón, se ve obligada a comprar bidones de agua mineral no solo para el consumo, sino también para cocinar sus alimentos. Algo que además, significa un gasto enorme para su bolsillo. "Estoy muy limitada porque ni siquiera puedo comer cualquier plato de fideos porque esa pasta está hecha con agua cuya procedencia se desconoce", apunta Silvia. Tampoco puede exponerse al sol.   

El médico clínico Daniel Puliti -también habitante de Dolores, que investigó a fondo la problemática del arsénico- , ordenó que se hiciera análisis químicos que luego se mandaron a analizar a Bahía Blanca. Los resultados que evidenciaron que tiene 0,10 mg/L de arsénico en la sangre, alarmaron a los profesionales de la salud, debido a que lo permitido por la OMS es de 0,01 mg/L. "Es una barbaridad lo que tenés", le dijo Puliti. "Es cancerígeno", señaló la doctora Ingratta. Y agregó: "Es aún más peligroso en los chicos, no te das una idea de la cantidad de jóvenes que mueren de cáncer". "Yo no me quiero morir. Tengo hijos y nietos", dijo Silvia entristecida. "Yo sé lo que tengo, pero hay mucha gente que no sabe que tomando un vaso de agua se está matando. Es como si fuera veneno", añade.

En aquel entonces, se tomaron muestras de agua de distintos lugares: en la casa de Silvia, el arsénico dio 0,33; mientras que en Plaza Moreno, 0,44 mg/L. Sin duda, son valores que sobrepasan el límite aprobado por la Organización Mundial de la Salud.

"Venimos zafando del cáncer de piel. Cuando te bañes y notes manchas como si fuera un racimo de uvas, dispará antes de que avance": esas fueron las palabras de la médica dermatóloga durante la última consulta. La vecina no solo debe tener sumo cuidado, cumpliendo a rajatabla con las recomendaciones de su médica, sino que vive con el miedo de que en algún momento pueda contraer cáncer. Y mientras tanto, padecer esa picazón constante que le genera el hacre, sumado a las lastimaduras en todo el cuerpo.

Entramados políticos detrás de la salud

Después de que la paciente consultó a sus médicos y constató que padecía hacre, quiso iniciar una acción judicial. Pero esto no le resultó fácil, de hecho hasta hoy no ha podido avanzar. Es que cuando le comentó a su abogada lo que ocurría, le quitó los análisis químicos de su poder.

Al principio, la abogada dolorense se había mostrado comprometida con el caso. “Me dijo 'yo no te voy a cobrar un peso porque estás haciendo algo por la comunidad", cuenta Silvia. Lo que sucedió fue un cambio de bandera política. "Ella apoyaba a otro candidato a intendente, perteneciente a un partido político diferente. Pero cuando se dio cuenta de que no iba a obtener el puesto de concejal, se volcó hacia el partido del actual intendente", relata. "No quiso que se supiera nada, se echó atrás. Después me dijo que si quería los estudios tenía que pagarle $2700", añade la vecina.

Silvia debía realizarse un estudio de uña y piel, que también indica la cantidad de arsénico. Sin embargo, cuando llevó la orden al laboratorio, una bioquímica de Dolores se la devolvió. "Disculpame pero no tengo la más pálida idea de cómo se hace esto", añadió.

Así, comenzaron a acusarla de "mentirosa", "fabuladora" y "falsa". "Yo sé lo que es padecer esta enfermedad y no tengo la necesidad de mentir", cuenta quien después de recibir tantas trabas con trasfondo político, se cansó de querer llegar a la justicia. "Puedo seguir como todo enfermo peleándola, pero la comunidad no sabe que con este agua contaminada nos están matando".

"El panorama es terrible"
Entrevista a la Dr. Stella M. Ingratta

En una oficina, al final del pasillo, de no más de 12 metros cuadrados, con un amplio escritorio oscuro y una biblioteca llena de lo que parecían ser apuntes e investigaciones, una computadora que indicaba tener varios años siendo testigo de muchos descubrimientos y noches de estudio, y a su lado un delantal blanco que le ponía nombre a la profesión de la dueña del despacho.
“El panorama es triste” fueron las palabras que la Doctora Stella M. Ingratta eligió para describir la problemática que se vive como consecuencia de la contaminación del agua. 
Stella M. Ingratta, médica dermatóloga egresada de la UNLP (Universidad Nacional de La Plata) y directora de la cátedra de Dermatología de la misma universidad, dedicó su vida al paciente, y al estudio de cómo detectar y tratar las enfermedades cutáneas, y de esta manera fomentar y promover la salud. 
Su debilidad fue el estudio de la intoxicación crónica como consecuencia del consumo de compuestos orgánicos (como peces, mariscos, ovinos y bovinos) e inorgánicos (el agua) contaminados por el arsénico. El consumo permanente de estas composiciones, puede derivar en una dermatosis que tiene la posibilidad, de evolucionar a cáncer cutáneo. De ahí, la importancia de detectarlas y poder realizar tratamiento oportuno. Así como también puede generar alteraciones en los fetos, o posteriormente, ya que el arsénico se transmite a través de la placenta de la leche materna, mutaciones en el corporales e inmunológicas. 
En la Argentina la causa de arsenicismo crónico más importante es la presencia de arsénico en el agua de consumo humano, detectable en determinadas zonas del país como Chaco, Corrientes, Salta, Santiago del Estero, San Luis, San Juan, La Rioja, Santa Fe, Tucumán, Córdoba, La Pampa, Buenos Aires y Río Negro, por ello, la denominación de hidroarsenicismo crónico regional endémico. 
El hidroarsenicismo crónico regional endémico (hacre) es una enfermedad producida por la acumulación de arsénico en el organismo a través de la ingesta crónica de agua con alto contenido de arsénico. Para producir la enfermedad, el agua debe contener más de 0,01mg de arsénico por litro. 
Afecta principalmente a hombres adultos, con preferencia en aquellas personas que realizan tareas rurales en áreas endémicas. 
Para el diagnóstico es importante detectar alto contenido de arsénico en el agua de consumo, detección de arsénico en orina, pelos y uñas y la presencia de las manifestaciones cutáneo mucosas. 
“El hacre es un problema de salud pública”, debido a que el 10% de la población está expuesta al arsénico, lo que no significa que todos terminen en lo mismo, ya que en situaciones así, se pone en juego los polimorfismos genéticos de cada organismo en particular. En esta enfermedad, las manifestaciones dermatológicas más características y notables se empiezan a ver después de los seis meses. Los síntomas se producen de forma progresiva, se genera un hiperhidrosis, es decir un engrosamiento en las capas cutáneas de las manos y de los pies.
“La población debe tener acceso al agua potable”, señala Ingratta. Al ser un tema de actualidad y que nos concierne a todos, es importante que sea explicado y conseguir que llegue a toda la población, por ello se crean campañas de sensibilización y concientización medioambiental. Es por esto que la Sociedad Argentina de Dermatología, realiza anualmente en la segunda semana de septiembre, la Campaña Nacional de “Información y Concientización del Contenido de Arsénico en el Agua de Consumo”.

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