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Picazón en el cuerpo, callos, lastimaduras y manchas en la piel, complicaciones en la glándula tiroides y cada vez más vecinos con cáncer. Caños que cruzan de vereda a vereda para que las personas accedan de manera ilegal a un derecho. Y un servicio que no sirve. Estos son los problemas que se observan caminando por las calles dolorenses, donde se mendiga lo que debería ser un derecho universal: el agua.
Silvia es una vecina de Dolores que en el 2014 se enteró que padecía hacre, es decir, hidroarsenicismo crónico regional endémico: una enfermedad causada por el consumo de agua con alto contenido de arsénico. Hasta aquel momento desconocía la causa y la gravedad del problema. Estaba ajena a su padecimiento. “Yo no me quiero morir”, fueron las primeras palabras que salieron de su boca cuando escuchó el diagnóstico de la médica. Los problemas en la salud derivados del consumo de arsénico pueden terminar en cualquier tipo de cáncer. "El consumo permanente puede derivar en una dermatosis que tiene la posibilidad de evolucionar a cáncer cutáneo. Por eso es tan importante detectarlas y poder realizar un tratamiento", indicó su médica dermatóloga, Stella Ingratta. Y agregó que, además, el arsénico se transmite a través de la placenta o de la leche materna, por lo que puede provocar alteraciones en los fetos. "La gente no sabe que tomando un vaso de agua se está matando", advirtió Silvia indignada.
“Abrís una canilla y sale mucho olor a cloro, sin embargo, la gente cree que es porque el agua está limpia y saneada, pero en realidad se están envenenando”, apuntó el ex intendente de Dolores, Alfredo Meckievi. “Esto sumado a que los canales tienen agroquímicos. Además, la toma del agua del canal se hace frente a uno de los basurales más grandes de la provincia de Buenos Aires“, añadió.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el nivel establecido de arsénico en agua es de 0,01 mg/L. Sin embargo, el Código Alimentario Argentino hizo una excepción en 2011, en la que prorrogó por cinco años que el valor sea de 0,05 mg/L. Dentro de este período deberían realizarse estudios y demostrar si realmente existen riesgos en el consumo. No obstante, dicho plazo se venció, por lo que quedó vigente la cifra inicial de la OMS. Por su parte, el Consejo Hídrico Federal (COHIFE) insiste en que es solo un valor guía y provisional, hasta que toda duda sobre los riesgos que el consumo de arsénico genere en la salud quede disipada.
Para la siguiente investigación, se llevaron a analizar tres muestras de agua de distintos puntos de la ciudad al Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) y los resultados obtenidos fueron: Canal A: 13,94 ppb; Aristóbulo de Valle 457: 35,32 ppb; Moreno 551: 34,29 ppb. Según esta unidad de medida, ppb (partes por billón), lo establecido por la OMS equivale a 10 ppb. Dicho esto, el arsénico en agua en Dolores triplica el porcentaje permitido. No sólo es una cifra que se supera, sino que también trae múltiples consecuencias para los vecinos, tales como hacre, dermatitis, diabetes, cáncer e hipotiroidismo.
A pesar de esta situación, el intendente Camilo Etchevarren sostuvo: “Estamos muy debajo de los niveles aptos para el consumo, así que no hay ningún problema. Esa creencia de que el agua está contaminada es mentira, es todo mentira”. Asimismo, agregó que los índices de potabilidad “son muy buenos”. Sin embargo, los dolorenses no tienen agua potable para el consumo y más del 74% compra bidones de agua mineral, lo que también significa una carga para su bolsillo.
El segundo problema que aqueja a los vecinos es el servicio irregular por parte de ABSA, la empresa a cargo del suministro de agua. Esta sociedad corresponde mayoritariamente a la provincia de Buenos Aires, ya que su capital social le pertenece en un 90% y el 10% restante a sus empleados. Tal como lo establece el artículo 5° del Estatuto Social: la Provincia tiene 10800 acciones y los empleados 1200. Asimismo, en su sitio web la empresa comunica: "ABSA trabaja para lograr óptimos niveles en la prestación de agua potable y saneamiento básico en su área de servicio, con el objetivo de afianzarse como una empresa de servicios públicos esenciales, reconocida por su gestión eficiente y su profundo compromiso social con la comunidad". Por lo tanto, el gobierno provincial tiene en sus manos el poder de decisión para llevar adelante los objetivos sociales, y como organismo del estado debe asegurar el correcto funcionamiento del servicio (calidad y suministro) a sus habitantes.
No obstante, los caños son viejos, la presión es insuficiente y los cortes muy frecuentes. Es algo así como volver años atrás, cuando en 1990 los vecinos debían buscar agua en sachets como consecuencia directa de la rotura del acueducto de Ayacucho -localidad ubicada a 150 km- que abastece a la ciudad de Dolores.
En 2016, esta situación llevó a un vecino a demandar a la empresa. ”Estuve más de 20 días sin agua hace tres años atrás. En mi casa no podíamos vivir”, apuntó Germán Pereyra, el demandante. Y añadió: “Desde que inicié la denuncia, vinieron, rompieron y cambiaron todos los caños. En otros lados no hicieron nada. Yo interpreté que me callaban, que me querían conformar con eso”. Si bien la sentencia de Primera y Segunda Instancia han sido favorables, aún se aguarda la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires.
A pesar de la demanda, los inconvenientes continúan. El 19 septiembre de 2018 la ciudad de Dolores permaneció más de cuatro días sin abastecimiento de agua a causa de la rotura del caño maestro, ubicado en Avenida Lamadrid, frente al tanque principal de ABSA.
Si bien algunos vecinos cuentan con un mal servicio, otros ni siquiera eso. Y así se las rebuscan para conectarse a la red de forma ilegal. “Yo fui el creador del agua clandestina”, señaló un vecino que conectó más de 200 casas a la red de agua, tras el hartazgo de no recibir una respuesta. Algo que lleva a la empresa a no tener planos, registro, ni control de las nuevas extensiones. "Todas las obras que ha hecho Etchevarren son ilegales, tiró caños por doquier sin control en ningún proyecto, tampoco hay respaldo técnico. Él tiraba caños porque con eso hacía política y así estamos. Calculo que hay un porcentaje importante de Dolores con agua y cloacas, eso es cierto, pero sin control ni permiso. Entonces yo, como empresa, no tengo ni idea. No hay registro. Ha sido un descalabro inimaginable", explicó un empleado de ABSA y agregó: "Tiene casi toda la ciudad no proyectada. Cuando el trabajo está hecho bien, en las veredas sur y oeste, va el agua; sobre las veredas este y norte, van las cloacas. Sin embargo, hoy te podés encontrar con cualquier cosa".
Se suele pensar que alejándose de la Ciudad de Buenos Aires, se goza de mejores condiciones de vida, que en una ciudad de 30 mil habitantes las voces de los vecinos son escuchadas y los problemas se intentan resolver. O eso se aparenta en Dolores, “el mejor lugar para vivir”.